Faceta Oscura de la Moda: Creación, Producción, Venta, Manipulación, Dinero
Y el futuro de Shein
La Faceta Oscura de la Moda: Creación, Producción, Venta, Manipulación, Dinero
La moda fascina e inspira. Verdadero arte para algunos, puramente utilitario para otros, vestirse es esencial para todos y a veces constituye un medio de autoafirmación. Sin embargo, esta industria se ha convertido en el símbolo de un capitalismo seductor y de una globalización enferma.
La moda merece su mala reputación. Cada día influye en los comportamientos, las cuentas bancarias, los empleos, el urbanismo y los medios de comunicación. Hoy en día, el sector es el símbolo de una globalización enferma. Dictatorial y expansiva, la industria de la confección ha modelado nuestras prácticas de consumo, ampliando la brecha entre las clases acomodadas y las modestas. En el acto de comprar, el impulso ha suplantado a la razón. Por supuesto, no se trata de volver a la época del cazador-recolector; la democratización de la ropa es una fuente de comodidad y bienestar que hay que preservar.
Se trata de un complejo sistema de explotación y opresión, basado en distintos tipos de esclavitud moderna. Tras los motivos y las formas poéticas, los cuerpos naturales realzados con bisturí y Photoshop, se esconden el trabajo infantil, la discriminación, el abuso y el acoso de los jefes de las fábricas, los bajos salarios, la puesta en peligro de trabajadores y consumidores por igual, y la degradación medioambiental.
Trazando la cadena de creación y producción, y analizando las prácticas manipuladoras que nos impulsan a comprar más y más, contamos la historia de la conquista de nuestros cuerpos, sea cual sea el precio. Juicio a una industria que agoniza y nos mata, la historia de la moda en algunos lugares del mundo es también, y sobre todo, un llamamiento a jefes, empresarios, investigadores, diseñadores y ciudadanos para rehumanizar la moda y salvarla.
Presente y Futuro de Shein
El sitio chino de moda online Shein quiere borrar su imagen de moda rápida y promueve la producción bajo demanda. Con la vista puesta en el mercado bursátil.
Es una misión casi imposible. Desde hace más de un año, Fabrice Layer cambia los smartphones Huawei por vestidos estampados de Shein. Expulsado por los equipos del sitio chino de comercio electrónico cuando trabajaba en el departamento de asuntos públicos del gigante de las telecomunicaciones, ahora está en una operación comando para restaurar la imagen de Shein en Francia. Es en la sala creativa de la empresa, situada cerca de su sede parisina, en la que trabajan treinta personas, donde el lobista se reúne con representantes electos locales, diputados y ministros. El tiempo se acaba para Shein, que tiene previsto salir a bolsa en Londres, con un objetivo de capitalización de 60.000 millones de euros. Presente en 150 países -a excepción de China-, este cohete es un ovni en el panorama mundial de la moda. Desde su fundación en 2008 en Nanjing, la empresa ha crecido a pasos agigantados. En dos años, sus beneficios han pasado de 700 millones de dólares a 2.000 millones, según el Financial Times.
Shein, que emplea a 11.000 personas, está desesperada por dejar atrás las desastrosas imágenes del documental británico Inside the Shein Machine. Éste reveló las deplorables condiciones laborales de sus trabajadores. En 2023, el 95% de nuestras fábricas fueron auditadas por organismos independientes. En Francia, Shein se ha convertido en la “bestia negra” de asociaciones y ONGs. Algunas empresas están muy preocupados por los efectos de la explosión de Shein en el medio ambiente, con sus 7.000 modelos producidos cada día.
Una tasa de existencias sin vender de “menos del 2%”
La empresa también está en el punto de mira de la ley contra la moda rápida aprobada por el Parlamento francés en marzo de 2024. Y la Comisión Europea podría aplicar un derecho de aduana a las compras inferiores a 150 euros realizadas en el sitio de Shein. Si su imagen es desastrosa, es porque estamos viviendo un choque de modelos en la distribución, pero también por su falta de transparencia. Las marcas francesas han invertido mucho en responsabilidad social corporativa (RSC), y el hipercrecimiento de Shein está suscitando dudas. Esta situación ha obligado a su Presidente Ejecutivo, Donald Tang, a salir de su reserva. «Nuestra mala reputación se debe a una falta de comprensión y comunicación por nuestra parte», argumenta en Le Figaro.
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Shein, que ha trasladado su sede a Singapur, está trabajando para borrar su imagen de moda rápida y promover un modelo de producción bajo demanda. «Sólo fabricamos lo que estamos seguros de que vamos a vender», explica un representante de Shein, que se enorgullece de una tasa récord de no vendidos de “menos del 2%”. Para conseguirlo, Shein realiza pruebas de productos en pequeños lotes. Mediante algoritmos, el gigante sólo produce los artículos más solicitados en sus fábricas chinas asociadas.
Romper la barrera cultural
Ha llegado el momento de que este sitio web enverdezca su imagen, haciendo cada vez más anuncios sobre su política de RSE. Pero «no existen herramientas para controlar tal estrategia», señala la abogada especializada en moda Glynnis Makoundou. En Francia, Shein lanzó en mayo su plataforma de segunda mano. Es lo que los consumidores quieren oír para sentirse menos culpables, y le da credibilidad para hacerse pública. Shein también tiene previsto invertir 250 millones de euros en cinco años en el ecosistema europeo.
Pero «nuestro modelo es complicado de entender, y lleva tiempo educar a la gente», admite la empresa, que trabaja junto a Fabrice Layer, ex de Huawei. Les apoyan de vez en cuando agencias de publicidad importantes, que trabaja en la influencia y el apoyo a los directivos. Su prioridad es romper la barrera cultural entre China y Europa. Es un reto estratégico para Shein, que el año pasado abrió su oficina europea en Dublín y está empezando a abastecerse en Turquía.